Con toda probabilidad, todo lo que vemos tendemos a idealizarlo o por lo menos a subjetivarlo, imprescindiblemente si la propuesta es interpretarlo de forma artística.
Al crear arte, el artista, se embrolla con la naturaleza que es su arranque inspirador, se enreda en una lucha, en un titubeo capaz de transformar la existencia física de dicha fuente incitante, en una existencia espiritualizada, casi siempre alejada del control de la razón aunque no del pensamiento, que es la obra de arte
(Abelardo Benito)